El Canal del Henares fue, sin duda, uno de los proyectos de obra civil más importantes del siglo XIX. Su proceso de construcción fue muy lento y costoso, hasta completar el trazado actual a principios del siglo XX, con una longitud de 39 km entre su inicio, en la presa del río Henares en el término municipal de Humanes, hasta su final en Meco.

Su trazado discurre al oeste de la vega del Henares, de norte a sur, quedando a las afueras de nuestro municipio, si bien la expansión de Marchamalo en las últimas décadas ha hecho que esta infraestructura sea totalmente absorbida dentro de nuestra configuración urbana, siendo un eje central tanto física como económicamente hablando.

Para Marchamalo, el Canal del Henares vino a representar un gran desarrollo agrícola y una importante fuente de riqueza, al convertir las tierras de secano en regadíos, permitiendo una agricultura intensiva y productiva que generaba mucha mano de obra y, al mismo tiempo, provocaba el desarrollo de la ganadería y el comercio.

Aparte de transportar el agua del Henares más allá del cauce del río, siempre fue como un parque con su río artificial, espacio de reunión social, e incluso piscina improvisada durante años, donde muchos gallardos aprendieron a nadar y algunos, desgraciadamente, perdieron la vida.

Aunque fue construido entre los siglos XIX y XX, fue diseñado en el siglo anterior (1771) por Pedro de Abarca, Conde de Aranda y a la sazón ministro del rey Carlos III, con el fin de alcanzar una agricultura de regadío más productiva en la zona del valle aluvial del Henares, pero entonces aquel proyecto de los gobiernos ilustrados tropezó con los intereses de la nobleza y el clero, propietarios de la mayoría de las tierras. Esto hacía que la explotación de estos campos se dedicara a la agricultura de subsistencia, con escasa productividad y rentabilidad.

Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, a mediados del siglo XIX, desbloqueó esta situación, ya que gran parte de estas propiedades salieron a la venta en pública subasta siendo adquiridas, en su gran mayoría, por gentes adineradas que constituirán la burguesía capitalista. Muchos de los colonos que habían trabajado estas tierras desde generaciones no pudieran competir, pasando a convertirse en jornaleros.

Por un Real Decreto de 1859 se concede a la Sociedad Ibérica de Riegos la construcción de las obras del Canal del Henares desde la presa del río, en Humanes, con un plazo de seis años. Este plazo no se cumplió y en 1863 se modificó para ganar más hectáreas de regadío. De esta forma el cauce de dicho canal discurriría desde Humanes hasta Meco, estableciendo dicho recorrido por la vega paralela al río para alcanzar la cota más alta, paralela a la calzada romana.

El embalse y los primeros kilómetros fueron construidos entre los 1865 y 1880 por esta compañía, de capital inglés, utilizando piedra caliza extraída del cerro de la Muela. En 1877 se inauguraron los primeros 17 km y la empresa obtuvo ganancias hasta el encarecimiento de la construcción y la devaluación del real. Las obras pararon y la empresa quebró, siendo adjudicadas a la Compañía del Canal del Henares, creada por sus acreedores.

El establecimiento de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT)  en 1926 supuso el arreglo de sus defectos, concediéndose a los regantes su explotación y la construcción del resto de los tramos hasta Meco, acumulando 39 km de longitud a su conclusión total en 1954.

La Comunidad de Regantes, que gestiona los caudales y mantenimiento del Canal, comenzó estando constituida por casi 500 socios, quienes lo compraron satisfaciendo su importe en 25 años con ayuda estatal. El precio se fijó en 2 millones de pesetas, que se pagaron tras construirse el pantano de Pálmaces.

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