El municipio de Marchamalo no es un lugar especialmente señalado por su relevancia monumental, pero sí se conservan algunos edificios con un reseñable valor histórico y enclaves significativos para nuestra historia.
En el casco urbano, los elementos históricos más relevantes corresponden a la Edad Moderna de nuestra era, llegados de la mano del progreso y enriquecimiento del Imperio Español y la Iglesia Católica, que favorecerán el crecimiento de Marchamalo y su consolidación como población y, después, villazgo con jurisdicción propia.
Los más señalados se encuentran en torno a la Plaza Mayor, de configuración típicamente castellana, fue concebida como centro de la villa tras la Reconquista y durante el Renacimiento, con el Ayuntamiento, la Iglesia y casas señoriales y la del cura construidas a su alrededor. Nuestra Plaza Mayor puede presumir de ser la más grande de la provincia, con cerca de 5.000 m2 de superficie.
Otro elemento fundamental que conservamos en el municipio es nuestra picota o rollo jurisdiccional, enclavado a la entrada de la villa, al pie del Camino Real de Aragón y Navarra haciendo ver la condición de población con capacidad de impartir justicia en su territorio.
Con el paso del tiempo, otros elementos han ido marcando la historia de Marchamalo, de los que también hacemos aquí una breve recopilación (información más detallada en los enlaces de la derecha):
Iglesia de la Santa Cruz (siglo XVI): de estilo mudéjar toledano, se construyó sobre otra más antigua bajo la dirección de los maestros aparejadores Pedro de Medinilla y Juan de Ballesteros, destacando su torre de ladrillo rematada por un elevado chapitel de pizarra. Este chapitel fue sustituido a principios del s.XX, debido a su mal estado y el alto coste de su restauración.
El incendio de 1936 destruyó algunas piezas del interior y su techo, siendo restaurada más tarde y viviendo sucesivas reformas hasta la actualidad. Alberga en su interior las imágenes del Santo Cristo de la Esperanza, Patrón de Marchamalo, y de San Isidro, Patrón de toda actividad agrícola y ganadera.
Ermita de la Soledad (siglo XVII): en el año 1660 se concluye la construcción de esta ermita, en lo que se conocía como las Eras de la Veracruz. Sin duda heredera de la Cofradía de la Veracruz, que contaba con varias fincas en nuestro término, cuenta con una sola nave, estando construída en ladrillo.
Es la única de entre las numerosas ermitas que hubo en el término que aún permanece en pie, debido en gran parte al giro conservador impuesto por la Iglesia con la Contrarreforma tras el Concilio de Trento. Alberga en su interior la imagen de la Virgen de la Soledad, y junto a ella se enclavan los cementerios cristiano y municipal de la localidad.
Palacio de Ramírez de Arellano (s. XVI-XVII): construido por la familia Ramírez de Arellano, emparentados con los Zúñiga, fue habitado por Francisco Calvo, comisario del Santo Oficio y persona influyente durante el siglo XVIII.
Más tarde, este palacio sería cuartel general de Felipe V en la zona de la Campiña durante la Guerra de Sucesión (1706). Actualmente alberga un reconocido negocio de restauración y está abierto a sus clientes, estando recuperado todo su interior.