Guerra de la Independencia

En 2008 se celebró en España el bicentenario de la conocida popularmente como Guerra de la Independencia. Las celebraciones darán lugar a numerosos actos de todo tipo que tendrán a Madrid y Móstoles como referencia, siendo ambas ciudades señeras en el levantamiento del pueblo ante las tropas de Napoleón el 2 de Mayo de 1808.

Sin embargo no fueron las únicas poblaciones que resistieron y sufrieron los desastres de la guerra. De hecho, ha sido a través de las memorias de un alto cargo del ejército francés de aquel entonces como se ha conocido nuestro particular papel en la guerra. El General Hugo, a la sazón padre del genial escritor Víctor Hugo, relata en primera persona sus andanzas por tierras de Guadalajara a donde fue enviado por Napoleón, en el año 1810, para combatir a los guerrilleros de Juan Martín ‘El Empecinado’ que no cesaban de hostigar a las tropas del ejército invasor al mando del General Dupont, el cual destacó en el saqueo de los pueblos alcarreños.  

Marchamalo gozaba entonces de una relativa prosperidad que venía determinada, en gran medida, por la instalación de la Real Fábrica de Paños en la vecina ciudad de Guadalajara, privilegio obtenido gracias a su adhesión a la causa del Borbón Felipe V en la llamada Guerra de Sucesión. De esta manera, Marchamalo había alcanzado, en la práctica, el monopolio de la industria del pan, que suministraba diariamente a los numerosos operarios que empleaba dicha fabrica. Además, por su término y centro de la población discurría el Camino Real de Navarra, con dirección a Francia y, paralelos a él, se situaban la vía romana cercana al río Henares y la Cañada Real Riojana, de la que partían otras veredas que atravesaban Marchamalo por los cuatro puntos cardinales.

Ante la proximidad de estas vías de comunicación, a la postre decisivas en el desarrollo de la contienda, Marchamalo no podía permanecer ajeno a los acontecimientos. Así, destaca el enfrentamiento ocurrido cerca del Arroyo de Dueñas (Zaide) donde se produjo una emboscada a un destacamento francés. En dicho combate intervino uno de los capitanes del Empecinado llamado Nicolás Isidro, natural de Usanos, siendo de la partida algunas gentes de Marchamalo, conocedoras del terreno. El resultado, numerosas bajas en las filas galas al lanzar un ataque por sorpresa desde las cercanas bodegas de San Martín.

El General Hugo también relató la maniobra efectuada para caer sobre Guadalajara, donde Marchamalo tuvo también un papel decisivo en el apoyo a los guerrilleros, en este caso comandados por otro lugarteniente del Empecinado, Saturnino Albuín ‘El Manco’. Ante la ausencia del mando francés, el guerrillero español decidió efectuar un ataque sorpresa sobre la capital con 200 hombres escogidos. Las tropas de la ciudad se defendieron bien y los asaltantes tuvieron que refugiarse en Marchamalo, en cuyas calles dispararon a sus perseguidores para salir después en su persecución hasta caer en una emboscada francesa al alcor que cruza la Cañada de San Sebastián. Es indudable la colaboración de los marchamaleros con los guerrilleros, refugiándoles, informándoles y guiándoles por el terreno, además de una participación directa.

Sumado al importante papel logístico de Marchamalo, Hugo también describió en sus memorias el sentido del patriotismo del pueblo llano, “sus nombres, luego de tantos combates, apenas son conocidos; si algunos cortesanos o dignatarios hubieran tomado las armas se podía recompensarles con beneficios y dignidades, ¿pero qué recompensa puede ofrecérsele a simples ciudadanos que combaten sin ambición por una patria a la que defienden?”. Los españoles actuaron como auténticos patriotas, entendiendo el sentido profundo de lo que era defender y morir por un país con la nobleza totalmente sometida.

El 20 de septiembre de 1809 el Empecinado se dirigió contra una partida francesa de 120 infantes y 18 caballos que se ocupaba de recoger ganado junto al monasterio de Sopetrán, y batiéndola completamente la hizo encerrarse en Guadalajara. El sobresalto de los franceses fue tal en esta ciudad que, acampándose aquella noche fuera de las murallas, enviaron a pedir con la mayor urgencia socorro a Madrid, persuadidos de que los 125 caballos que mandaba don Juan Martín era un numeroso ejército que venía sobre ellos. Mil infantes y 200 caballos con dos cañones salieron precipitadamente de la capital para auxiliar a los de Guadalajara, pero retrocedieron al saber que toda aquella formidable alarma la habían causado unos cuantos partidarios españoles. Al día siguiente, 300 caballos franceses marcharon en busca del Empecinado, quién encontrándose con ellos en Fontanar y Marchamalo (Arroyo del Zaide junto al Camino Real de Navarra), después de un reñido combate los hizo huir vergonzosamente, apoderándose de muchos despojos de los vencidos.

En la Villa de Marchamalo se produjo también la firma de la rendición y capitulación de la tropas francesas que ocupaban la ciudad de Guadalajara. Después de tomar Madrid, el Empecinado es aclamado por la multitud teniendo lugar una solemne ceremonia para jurar la recientemente proclamada Constitución de Cádiz de 1.812. Al término de la misma ‘El Empecinado’ se reúne con sus hombres para avanzar sobre la ciudad de Guadalajara. Antes decide pernoctar en la ciudad de Alcalá de Henares, donde es nuevamente homenajeado.

Al día siguiente, los guerrilleros comandados por Juan Martín llegan a Marchamalo a través del camino Real de Navarra. Desde esta Villa exige al General De Preux, a cuyo mando están las tropas francesas, «que se rinda inmediatamente» y este le contesta «que solo lo hará ante Lord Wellington». El Empecinado envía un correo a Madrid y al General inglés le responderá inmediatamente advirtiéndole: «que si no se entrega a las fuerzas empecinadas enviará al grueso del Ejercito Aliado y él mismo hará fusilar a toda la guarnición francesa». Las tropas que ocupan la ciudad se rinden y será en Marchamalo, Cuartel General del Empecinado, donde se firmen las condiciones de la rendición y capitulación de las tropas francesas que habían causado estragos y saqueos en la ciudad de Guadalajara.

Entre las condiciones de la rendición se expresa lo siguiente: «La presente Capitulación acordada que sea, será garantizada y firmada por el Sr. General de Preux y por el Sr. Empecinado y tendrá su execución la entrega de la Plaza y demás a las Diez de la mañana del día Diez y Seis de este mes de Agosto de 1.812».

En uno de sus 12 artículos, se establece que «la guarnición saldrá de la ciudad con todos los honores de la Guerra y depondrá las armas del otro lado del puente. Dicha guarnición será conducida a Madrid como prisionera de guerra, siendo los soldados españoles que sirvan actualmente al rey en sus personas y bienes aunque antes haya servido al anterior gobierno».

Todo ello fue firmado en el Cuartel General de Marchamalo el 15 de agosto de 1812 por el General Carlos de Preux, Dámaso de la Torre (Prefecto de Guadalajara), el Comandante Beau, y el guerrillero Juan Martín ‘El Empecinado’.

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