AGRICULTORES Y GANADEROS

• Desde sus orígenes y hasta la mitad del siglo pasado, Marchamalo había sido siempre una población cuya economía se había basado fundamentalmente en actividades tradicionales y básicas como la agricultura y la ganadería, la recolección, la caza y la manufactura de productos esenciales. El peso de las actividades agrícolas y ganaderas siempre fue preponderante, con el cultivo de especies vegetales de secano, árboles frutales y el pastoreo de ganado ovino, caprino y vacuno estabulado.

• La explotación del campo, en manos de la nobleza y el clero, por parte de jornaleros que cultivaban principalmente trigo, cebada y avena, fue la tónica hasta las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, si bien hay prueba de cultivo de olivar dada la presencia de un molino de aceite o almazaba que recogen los documentos de la época. Respecto a la ganadería se daba tanto la estante como la trashumante, siendo esta última la más extendida en la zona, como prueba la pervivencia de las Cañadas Reales y vías pecuarias que atraviesan nuestro pueblo para facilitar el tránsito del ganado.

• El trigo que cultivaba en Marchamalo por aquel entonces era principalmente de las variedades trechel y candeal, ambos con un especial rendimiento al permitir una mayor panificación por unidad de cultivo. Con estas variedades se podían obtener hasta 32 panes por fanega cultivada, una cantidad muy superior a la de otros lugares de la provincia. De ahí parte la afamada tradición del pan en Marchamalo, que llegó a contar con 7 hornos abasteciendo a la Ciudad de Guadalajara y a la Real Fábrica de Paños.

• Sin embargo, a partir 1867 la construcción del Canal del Henares cambió de forma radical el tipo de cultivos en Marchamalo, suponiendo un hito tremendamente significativo en la historia de Marchamalo y en su desarrollo económico del que ahora se cumplen 150 años. El vertiginoso desarrollo de la actividad agrícola y la importante fuente de riqueza que esto supuso al convertir las tierras de secano en regadíos, permitió una agricultura intensiva y productiva que generaba mucha mano de obra y, al mismo tiempo, desarrollaba la ganadería y el comercio.

• Tanto es así que, a partir de entonces ha sido especialmente destacada en nuestra historia la relevancia de los productos hortícolas cultivados en las huertas de Marchamalo, actividad que ha llegado hasta la actualidad de la mano de los hortelanos que siguen vendiendo sus productos en nuestros mercados. El cultivo de productos hortícolas hunde sus raíces incluso más allá de la construcción del Canal del Henares, cuando se regaban las huertas con agua procedente de los manantiales que brotaban del paraje conocido como El Alcor, donde se situaba el gran prado o marjal que da origen al nombre de Marchamalo (March-Hamal). Otro cultivo destacado desde mitad del siglo XX fue el de patata, muy presente en el término alcanzando también fama en la zona circundantes.

• Entre los productos más destacados de la huerta marchamalera merece singular mención el cultivo de melones, que dieron fama a nuestra localidad y que, durante el siglo XX, llegaron a ocupar grandes extensiones del término, siendo famosas las variedades ‘Cendrales’, ‘Capa del Rey’ y ‘Hocico de Cochino’. Gran parte de la producción se vendía en otros pueblos de la provincia, en el Mercado de Guadalajara e incluso en Madrid, donde los melones de Marchamalo que eran vendidos a las puertas de la Plaza de Toros de las Ventas, el Estadio Metropolitano o Chamartín (Bernabéu).

• Este hecho queda ya acreditado en el Diccionario de Madoz, de mediados del siglo XIX, así como en el de Sebastián Miñano, de 1826, en los que se hace mención a este cultivo cuya fama traspasaba los límites provinciales. Así lo reconoce y describe el prestigioso historiador y cronista, Juan Catalina García López, en su libro sobre la provincia de Guadalajara. Estuvo muy extendido en el primer tercio del siglo XX (antes de la Guerra Civil) llegando a sembrarse más de 100 hectáreas de melones. Muchas de estas tierras las sembraban los mayorales de las grandes casas de labor como pago en especie.

• Al mismo tiempo sembraban melones patronos y obreros eventuales o jornaleros, así como pequeños propietarios de fincas y hortelanos especializados que se ocupaban de la selección de las semillas para conseguir una mayor calidad en el producto. Se recolectaba tal cantidad de melones que cuando llegaba la cosecha los marchamaleros, con sus carros, recorrían toda la provincia. Los cultivadores y sobre todo los hortelanos, se esmeraban y seleccionaban las simientes consiguiendo unos melones de gran calidad a lo que ayudaba una tierra feraz con abundancia de agua. A ello se añadían los especiales componentes minerales de dichas tierras tales como el carbonato cálcico que proporcionan una mayor ‘dulzura’ a la planta. Fue ya después de la Guerra Civil cuando vinieron familias de Villaconejos, pueblo de la provincia de Madrid, que también goza de gran fama en su cultivo. Estos expertos meloneros sembraban ‘a medias’ con los dueños de algunas fincas, construyendo rudimentarias chozas junto a los melonares para su guarda y cuidado.

• La llegada de la industrialización a mediados del siglo pasado modificaría la forma de vida de la mayor parte de los vecinos, pero la actividad agrícola y ganadera no ha desaparecido totalmente en Marchamalo, y la explotación de las grandes extensiones de terrenos de cultivo, las pequeñas huertas, y algunas significativas actividades ganaderas continúan presentes. Prueba de ello es la existencia e importante actividad de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Marchamalo, la cual presta importantes servicios a sus miembros, además de organizar actividades como la celebración de San Isidro el día 15 de mayo, patrón de los agricultores y festivo local que recuerda la tradición agrícola de la Villa.

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